Nota: Adriana Esthela Flores / México

Cartas desde México/20 de enero 2019

La tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo, la primera en apenas 50 días de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, es una tragedia que nos lacera y pesa sobre todos los mexicanos, por más que haya voces mercenarias que pretendan culpar, primero, a una supuesta negligencia en el plan de combate al huachicoleo (ordeña de combustible) y segundo –y lo más doloroso- que pretendan juzgar a las víctimas por haber participado, masiva mente, en una actividad delictiva.

De unas casi 400 personas que estaban hasta riendo y mojándose con gasolina durante la tarde del viernes en un ducto ordeñado en Tlahuelilpan (según hizo notar la reportera de Am Hidalgo, Jocelyn Sánchez), 73 murieron y 74 quedaron heridas tras un incendio cuyo origen está aún bajo investigación de la Fiscalía general mexicana, que encabeza Alejandro Gertz Manero.

“En el momento  del siniestro ese ducto estaba cargado con gasolina de muy alto octanaje, eso genera una serie de gases de una gran letalidad y, por tal razón, en el momento en que eso se da y las personas empiezan a acercarse y a moverse de una manera multitudinaria alrededor de esa zona que estaba cargada de gases, muchas de las personas usan ropa de contenido  sintético, que tiene también la posibilidad de generar reacciones eléctricas. Ese movimiento de tantas personas en un área cargada  de gases y que además de los contenidos líquidos pudo haber generado  esa explosión”, indicó en conferencia de prensa este sábado.

Para esa hora, el partido opositor Acción Nacional (PAN) ya contaba con su presunto culpable: el gobierno de AMLO. “Lo ocurrido en Hidalgo es un hecho sin precedentes en el país, que probablemente ha sido consecuencia de la pésima estrategia seguida por el Gobierno Federal contra el robo de gasolinas”.

Y en las redes, como suele ocurrir, ya se había instalado el tribunal alterno, donde miles de usuarios de “las buenas conciencias” responsabilizaron a las víctimas por su muerte, dado que participaban en una actividad ilícita y los acusaron por haber arriesgado su vida con tal de “agandallar” (sacar ventaja) y robar combustible de todos los mexicanos (aunque la delincuencia de alto nivel, la de cuello blanco, siga libre e incluso, aun trabajando dentro de Petróleos Mexicanos, Pemex).

Pero no: las 73 muertes enlutan a todo un país que funciona bajo las reglas de operación de una cultura de impunidad que perdona, especialmente, a la delincuencia más rica y poderosa. Las 73 muertes, guardadas en la memoria colectiva a través de los videos difundidos en redes sociales que habían mostrado cómo les pobladores desafiaban al Ejército robando combustible frente a sus narices, reflejan una cultura de indolencia insoportable multiplicada en chistes y burlas sobre les fallecidos, como si no fueran nada, vidas desechables (ladronas, insistirían las buenas conciencias). Y las 73 muertes enfrentaron, aun en medio de cenizas, a la falta de un luto extendido producto de la cultura clasista que calificó de “merecido” el destino trágico de un grupo de ladrones de combustible.

De ahí la relevancia de esta frase que usó López Obrador para referirse a los hechos: “hablando de pérdidas de hijos, de esposos; quedan viudas,  quedan huérfanos y es gente, como tú lo dices, muy pobre, esa es la  desdicha de esto, es la gente más pobre”.

Hay varias preguntas clave por responder frente a la tragedia de Tlahuililpan, especialmente aquella que se refiere a la causa: ¿Fue accidente o un acto provocado? ¿Hubo alguien que actuó por error o alguien que buscó sabotear la estrategia antihuachicoleo?; la asistencia masiva de pobladores a robar gasolina, ¿Fue convocada o espontánea? y además, ¿Se justifica la acción del Ejército que, a pesar de haber observado la actividad, no impidió que siguieran llegando más pobladores a robar combustible?.

La Fiscalía General tiene abiertas 59 carpetas de investigación sobre estos hechos y hasta ahora no hay ninguna persona detenida. Y AMLO ya advirtió que ni esta tragedia detendrá la guerra contra el huachicoleo: “No vamos a ceder”.

La tragedia de los 73 marcó el fin de una semana turbulenta por la aprobación de la Guardia Nacional a la que se oponen un buen número de organizaciones civiles que han denunciado las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Ejército durante la guerra contra el narco (y que significa una promesa rota por López Obrador, quien prometió durante años devolver a los militares a los cuarteles); y por la muerte, víctima de cáncer, de la geóloga y luchadora social María Fernanda “La Chata” Campa, a quien el diario La Jornada recordó como una mujer que “no quitó nunca el dedo del renglón”.

Una luz menos en el camino.

Nos vemos la próxima semana, con algo de poesía para resistir

  1. Al menos, una buena: ya inició la Comisión por la Verdad y el Acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa, el que concentra el mayor número de violaciones a los derechos humanos durante la última década en el país. Cuatro años después….

Numeralia de Tlahuililpan (al 20 de enero)

Muertas: 73

Heridas: 74 (24 en hospitales de Hidalgo y 50 en Ciudad de México, Estado de México, Querétaro y Guanajuato)

Carpetas de investigación: 59

Equipo de investigación: 60 peritos, 80 agentes de Policía de Investigación y 25
del Ministerio Público, más fiscales especializados y
funcionarios

 

Foto: Linea Directa

 

 

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