Adiós, Presidente Enrique Peña Nieto!

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Mexico s President Enrique Pena Nieto gestures during an event in Asuncion Paraguay January 18 2018 REUTERS Mario Valdez

Cartas desde México

Nota:  Adriana Esthela Flores – Periodista – México

En los hechos, el mexiquense Enrique Peña Nieto será presidente de México hasta el próximo viernes 30 de noviembre.

En la agenda pública, ya dejó de serlo: quien desde hace semanas define los temas a discutir, las perspectivas de gobierno y moviliza a la población a que participe en decisiones públicas, a través de las polémicas consultas, se llama Andrés Manuel López Obrador.

El acto de mayor contundencia de esta nulidad en que ha quedado el mando peñanietista es el encuentro que el presidente electo sostuvo este domingo con las Fuerzas Armadas.

Fue una reunión inédita en el Campo Militar número 1, Ciudad de México, donde López Obrador llegó flanqueado por los secretarios de Defensa y Marina, sí, los mismos a quienes en campaña desafió cuando habló de sacar a los militares de las calles en la estrategia de seguridad y de quienes ahora se apoyará para aplicar su controvertido Plan Nacional de Seguridad (una de sus decisiones más polémicas por ser contradictoria a su oferta de campaña).

El encuentro llegó marcado por otros cuatro hechos relevantes:

1- La segunda consulta nacional sobre los 10 proyectos prioritarios para su gobierno (la segunda que organiza su equipo de transición)

2- La rebelión de 12 gobernadores del partido opositor Acción Nacional, que se oponen al nombramiento de “superdelegados” del gobierno federal, al señalar que esto representa una subordinación de los ejecutivos estatales a la Presidencia

3- El seguimiento al juicio en Nueva York contra el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien reveló haber pagado 6 millones de dólares en sobornos a Peña Nieto así como a otros funcionarios federales y locales.

4- La llegada –en medio de tristes manifestaciones xenófobas- del primer contingente de la caravana del éxodo centroamericano a Tijuana, en el punto más cercano a la frontera con Estados Unidos.

¿Y Peña Nieto? Nada. En política, ya es prácticamente un fantasma que pareciera anhelar el fin de este sexenio de pesadilla cuyo gobierno él encabezó.

En este sentido, son muy representativas las declaraciones del subsecretario de Derechos Humanos, Roberto Campa, quien  publicó en redes sociales los libros que leerá una vez que termine esta administración e inicie “el paraíso”.

Sí, paraíso para él pero no para los miles de casos de violaciones a derechos humanos que continuarán sin justicia. Su declaración pone en evidencia que un tema tan doloroso para el país y que atraviesa todas las esferas del gobierno, era solo un asunto burocrático y no un problema de Estado.

El presidente pidió a su gabinete trabajar hasta el último día de gobierno, justo cuando él estará en Argentina para participar en la Cumbre del G20 y despedirse del escenario internacional al que, seguramente, no volverá, luego de encabezar el sexenio más violento en la historia del país.

El candidato que medios estadounidenses promovieron en aquel 2012 como el “Salvador de México” se convirtió más bien en el responsable de su debacle.

El sexenio peñanietista se caracterizó por romper récords en violencia (2017 fue el de la mayor cantidad de homicidios dolosos, con una persona asesinada cada 20 minutos); desapariciones (más de 37 mil según cifras oficiales, aunque organizaciones estiman que cifra podría duplicarse), agresiones contra periodistas (mil 986 casos, con más de 50 asesinatos); además de una deuda histórica (más de 10 mil millones de dólares) , un nivel de crecimiento estancado (dos por ciento anual) y un nivel de pobreza que no se redujo (hay casi 10 millones de mexicanos, de más de 120  millones, en pobreza alimentaria).

Esto es solo parte del escenario que López Obrador recibirá a partir del sábado 1 de diciembre, cuando se comenzará a escribir el capítulo de “La Cuarta Transformación” en la historia de México.

El Ejecutivo encabezado por la coalición de partidos de izquierda gobernará con mayoría en el Congreso y también con el control de la capital mexicana y varios estados del país.

A medida que se acerca esa jornada, ya están claros los sectores donde López Obrador tendrá a su principal oposición: el empresariado, organizaciones civiles que están en contra de su Plan de Seguridad y las gobernaturas que rechazan a los delegados del gobierno federal. Los partidos no integrados en MORENA llegarán a ese momento debilitados, sin liderazgos fuertes y enfrentados en sus propios y mezquinos pleitos de poder.

Y falta añadir el movimiento opositor que surgirá en el seno de la misma izquierda, que difiere del modelo de gobierno planteado por López Obrador (a quien cuestionan por considerarlo demasiado alineado hacia sectores de derecha, por hablar de “perdonar” actos de corrupción pasados y por no estar de acuerdo con la manera en que se han organizado las consultas ciudadanas, consideradas más bien mecanismos para legitimar decisiones ya tomadas por el próximo presidente).

Hay que destacar que una de las fotografías más importantes del próximo sábado será la del Zócalo de la Ciudad de México, el mismo lugar donde AMLO tomó protesta en noviembre de 2006 como “Presidente Legítimo” y donde, hace seis años, el naciente gobierno cometió actos de represión contra manifestantes que lo rechazaban.

De hecho, Peña Nieto no celebró su triunfo en las elecciones de 2012 en la principal plaza del país, debido al alto rechazo popular en su contra. Recuerdo que, aquella noche, había un templete montado para que fuera AMLO el que dirigiera un mensaje en caso de ganar los comicios. Ese gran mitin nunca llegó.

Y el Zócalo se quedó en silencio.

Habrá que ver qué tanto gritará este primero de diciembre de 2018. Jornada para la historia.

 

 Adriana Esthela Flores – Periodista – México

Foto: Reuters

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